viernes, octubre 21, 2011

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RECITAL CON OLOR A YERBA RECIÉN CORTADA



Su música suena a guajira, a yerba fresca, a mañana verdecida. Mucha nostalgia y sentimiento invadieron la sala Lecuona del Gran Teatro de La Habana, cuando la pianista y compositora Ana Martin Díaz, desplegó en este octubre, su recital habitual del segundo domingo de cada mes, acompañada por su jovencísima orquesta de cuerdas y viento Habana-Martin.

Desde que el danzón Por tu Partida, dedicado a su fallecido padre Eddy Martin, inundó el local de pasión, ritmo y melodía, se hizo palpable un ambiente con sabor a campo labrado, a sol de amanecer en la campiña cubana, seguramente allá, en el intrincado Tamarindo, donde vio la luz el excelente periodista y comentarista deportivo.

Lo mejor de degustar la amplia obra musical de Ana Martin, es conocer que ella, capitalina de pura cepa, de asfalto bajo los pies y de paisajes desde edificios altos, ha podio aprehender en cada nota la cubanía rural de sus padres, de los orígenes de su familia en los verdes campos avileños.

Mientras componía una de las piezas ahora interpretada, la tocó para un oyente y le preguntó qué le traía a la mente: y el interlocutor sin vacilar contestó: -se parece a Camagüey. Y así mismo tituló la obra que era su homenaje al aniversario de esa histórica ciudad.

Anita toca música clásica con la elocuencia de manos adiestradas a alcanzar todas las notas con maestría, y mueve su repertorio desde lo más lírico y nostálgico, hasta el sabor de una pieza para cualquier orquesta charanga.

Del recital, acompañada por alumnos egresados del conservatorio de Guanabacoa que integran su orquesta de cuerdas y viento, sobresale también la alta calidad de sus invitados especiales, en este día de rendir homenaje a tres importantes jazzistas, Bebo Valdés, Chucho Valdés, en sus 70, e Hilario Durán.

Los cantantes Omar Amhed y Niurka Ribaux, con sus voces bien trabajadas y cada cual a la altura de interpretaciones tan difíciles como Si me pudieras querer  y Unicornio Azul, el primero, y la hermosa canción venezolana A tu Regreso, y el clásico cubano Sóngoro Cosongo, la segunda.

Siguiendo ese hilo mágico del buen hacer, el maestro Carlos Luis de la Tejera trajo al escenario dos piezas inmortalizadas por el increíble Bola de Nieves, con su manera peculiar de decir y cantar, Messie Julián y Ay amor, para luego culminar haciendo reir y reflexionar con su monólogo sobre Las cosas.

Tarde privilegiada la que tuvo este segundo domingo la sala Lecuona del Gran Teatro de La Habana, algo que se repite todos los meses desde un año atrás. Mucho arte y mucho amor en cada  nueva presentación de esta consagrada pianista y compositora, cuya invitación queda en pie para todas y todos.

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