RECITAL CON OLOR A YERBA
RECIÉN CORTADA
Su música suena a guajira, a
yerba fresca, a mañana verdecida. Mucha nostalgia y sentimiento invadieron la
sala Lecuona del Gran Teatro de La Habana, cuando la pianista y compositora
Ana Martin Díaz, desplegó en este octubre, su recital habitual del segundo
domingo de cada mes, acompañada por su jovencísima orquesta de cuerdas y
viento Habana-Martin.
Desde que el danzón Por tu
Partida, dedicado a su fallecido padre Eddy Martin, inundó el local de
pasión, ritmo y melodía, se hizo palpable un ambiente con sabor a campo
labrado, a sol de amanecer en la campiña cubana, seguramente allá, en el
intrincado Tamarindo, donde vio la luz el excelente periodista y comentarista
deportivo.
Lo mejor de degustar la amplia
obra musical de Ana Martin, es conocer que ella, capitalina de pura cepa, de
asfalto bajo los pies y de paisajes desde edificios altos, ha podio
aprehender en cada nota la cubanía rural de sus padres, de los orígenes de su
familia en los verdes campos avileños.
Mientras componía una de las
piezas ahora interpretada, la tocó para un oyente y le preguntó qué le traía
a la mente: y el interlocutor sin vacilar contestó: -se parece a Camagüey. Y
así mismo tituló la obra que era su homenaje al aniversario de esa histórica
ciudad.
Anita toca música clásica con
la elocuencia de manos adiestradas a alcanzar todas las notas con maestría, y
mueve su repertorio desde lo más lírico y nostálgico, hasta el sabor de una
pieza para cualquier orquesta charanga.
Del recital, acompañada por
alumnos egresados del conservatorio de Guanabacoa que integran su orquesta de
cuerdas y viento, sobresale también la alta calidad de sus invitados
especiales, en este día de rendir homenaje a tres importantes jazzistas, Bebo
Valdés, Chucho Valdés, en sus 70, e Hilario Durán.
Los cantantes Omar Amhed y
Niurka Ribaux, con sus voces bien trabajadas y cada cual a la altura de
interpretaciones tan difíciles como Si me pudieras querer y Unicornio
Azul, el primero, y la hermosa canción venezolana A tu Regreso, y el clásico
cubano Sóngoro Cosongo, la segunda.
Siguiendo ese hilo mágico del
buen hacer, el maestro Carlos Luis de la Tejera trajo al escenario dos piezas
inmortalizadas por el increíble Bola de Nieves, con su manera peculiar de
decir y cantar, Messie Julián y Ay amor, para luego culminar haciendo reir y
reflexionar con su monólogo sobre Las cosas.
Tarde privilegiada la que tuvo
este segundo domingo la sala Lecuona del Gran Teatro de La Habana, algo que
se repite todos los meses desde un año atrás. Mucho arte y mucho amor en cada
nueva presentación de esta consagrada pianista y compositora, cuya
invitación queda en pie para todas y todos.
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viernes, octubre 21, 2011
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